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Channel: Destreza con la belleza
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El día que nos conocimos

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Buenos días,

Hoy me apetecía hacer un post muy especial para mí, el más especial de los que he hecho de maternidad: el día del parto.

Realmente me apetecía mucho retomar el blog con la temática de belleza y moda, pero no quería dejar de escribir esta entrada por varios motivos. Por un lado contar mi experiencia, que ya adelanto que fue muy positiva, para futuras mamás que tengan tanto miedo como yo tenía al parto, y por otro, revivir de nuevo el momento en que Mario y yo nos conocimos.

El sábado día 10, después de una noche sin apenas dormir por las contracciones dolorosas, decidí levantarme de la cama a las ocho de la mañana porque estaba ya harta de dar vueltas en la cama así que después de desayunar me puse en la pelota de pilates un rato a aliviarlas y seguir anotándolas. Después decidí aligerar un poco la cosa e irme al centro comercial caminando a subir y bajar escaleras, mirar cositas de bebé y comprarle a mi marido ensalada de cangrejo para cenar (que nunca llegó a comerse).

Después de comer me metí en la ducha, me lavé el pelo y terminé de meter las cositas en mi bolsa del hospital, las contracciones seguían, eran iguales que las de semanas anteriores con la diferencia que no paraban nunca. Ya le advertí a Carlos: si esto sigue así en un rato nos vamos al hospital. Tras una tarde en la pelota de pilates, a las 8 le dije a Carlos que nos fuéramos al hospital, así que se dió una ducha, sacamos a la perra, le dimos de comer y nos fuimos con las bolsas en la mano…algo dentro de mí me decía que ya volvería con mi niño en brazos.

Al llegar al hospital, me cambié de ropa para ponerme el camisón y al tumbarme en la cama de exploración noté un “PLAS” y un liquidito caliente corriendo…“he roto la bolsa” le afirmé a la matrona que me dio el ingreso tras informarme que tenía que quedarme allí en el hospital. En ese momento Carlos reía de alegría y yo lloraba de los nervios, ya no había vuelta atrás, Mario venía y tenía que desalojar fuera como fuera!

En planta me dieron una pelota, a mi es lo que más me ha aliviado siempre las contracciones, muchísimo y tras una noche malilla porque estaba con contracciones, nauseas y la barriga descompuesta, me bajaron a monitorizarme a primera hora de la mañana. Me dijeron que ya me quedaba allí, que tendría que tener un parto con oxitocina porque estaba dilatada de muy poco (unos 3cm) y con la bolsa rota corría riesgo de infección, otra vez la llorera, estaba muy nerviosa pues sabía que la oxitocina hacía el parto más intenso y tenía mucho miedo a lo que podía venir.

Ya ingresada, me hice mi última foto embarazada

Mientras esperaba a la ginecóloga para firmar el consentimiento para la oxitocina (me lo pensé y todo menos mal que mi marido y ella me hicieron entrar en razón), estuve en la pelota aliviandome los dolores de las contracciones, aquí te meten en una habitación para tí sola con tu baño, y si todo sale bien sales de allí con tu bebé en brazos. Eso me gusta mucho del hospital de aquí porque te permite tener mucha privacidad ya que te tienen la puerta cerrada con la matrona dentro o con tu acompañante y solo entran cuando es necesario.

Una vez me pusieron el gotero con la oxitocina las contracciones pasaron a doler más, a ser más seguidas…para las que aún no seais madres no os engañaré, doler duele pero yo hasta los 5-6cm de dilatación lo pude soportar perfectamente sin epidural. Cuando ya me dolía muchísimo, le dije a la matrona que por favor me explorara que me dolía mucho y ella sorprendida me dijo que me tumbara en la camilla pero que sólo había pasado una hora desde que me puso el gotero. Al explorarme alucinó, ya estaba “de 6 amplios” y que me iba a poner el gotero con suero para que pudieran ponerme la epidural cuanto antes, pero que los anestesistas estaban en dos urgencias y vendrían cuando acabaran. Ahí perdí los nervios, me dolía mucho y pensé que no daría tiempo de ponerme la epidural debido a que la oxitocina me estaba haciendo mucho efecto. Me cambiaron el camisón (no recuerdo quien ni cuando casi…) y una enfermera vino a cogerme de la mano y ayudarme a hacer respiraciones para que el dolor fuera a menos, mientras llegaba el anestesista que tardó como 30-45 minutos más. Una vez me puso la epidural se acabó el dolor! Que maravilla, menudo invento…ni me di cuenta que me la pusieron y además me la pusieron genial porque sentía las ganas de empujar y absolutamente todas las sensaciones además de poder mover hasta los deditos de los pies pero no sentía nada de dolor.

Al poco rato, unos 20 minutos, vino la matrona y tras explorarme dijo las palabras que tenía ya ganas de escuchar: estás completa. En ese momento solo pensé en la tortura de haber aguantado prácticamente toda la dilatación sin anestesia y pensé que excepto el final es algo que se soporta, y si sabes mantener la calma más. Cuando vino la enfermera a respirar conmigo pasó a dolerme la mitad! Me di cuenta de lo importante que son las respiraciones y aplicar lo que me habían explicado en las clases de educación maternal.

Tras descansar un poquito, con una minisiesta por medio, me dijo que empezábamos el expulsivo y me preguntó que como quería empujar, le dije que prefería sentada que tumbada así que me preparó la cama (era una camilla de esas convertibles) y me la puso como si fuera un asiento, con dos palos a los laterales para agarrarme y empujar con fuerza. Mario estaba un poquito arriba así que había que empujar muy fuerte y dirigir bien los pujos, estaba muy tranquila y pensando en que tenía que hacerlo lo mejor posible por el bien de los dos, ¡Mario y yo ahora éramos un equipo!. En total estuve dos horas empujando, 3 empujones fuertes en cada contracción, al final me pusieron oxígeno porque tras empujar bajaban bastante las pulsaciones y tenía que oxigenar bien durante todo el expulsivo. Además me subieron la dosis de oxitocina para tener más contracciones ya que se me espaciaron bastante.

La matrona me decía que empujaba genial y con mucha fuerza, ahí agradecí el tener una vida activa y haber estado haciendo deporte hasta los 7 meses de embarazo ya que el esfuerzo que hay que hacer es brutal y estar en forma ayuda, más si el bebé está alto y tienes que empujar un buen rato como yo.

¡Ya se le ve la cabecita, tiene mucho pelito! me decía mi marido que estuvo viéndolo todo en todo momento…fue un apoyo importante pues tener una persona que te de ánimos en esos instantes es de mucha ayuda sobre todo anímicamente. La matrona era un encanto y me animaba también muchísimo en todo momento…me decía cosas como venga! ánimo! lo haces muy bien! me informaba muchísimo de todo lo que me iban haciendo durante el parto, ya que me pusieron antibioticos al hacer 18 horas con la bolsa rota, me iba ayudando un poco con los dedos para que el bebé no me desgarrara cuando estaba ya abajo, también me ofrecía agua durante todo el parto que me iba trayendo Carlos del pasillo…me sentí muy bien tratada en un ambiente estupendo y en un parto informado en el que mandaba yo dentro de lo que podía mandar, era lo que yo quería y por eso estaba siendo una experiencia tan buena.

A las 5 de la tarde me informa la matrona de que va a poner la camilla como un potro convencional para sacarme al bebé, que en el siguiente empujón ya salía, en ese momento me entró muchísima felicidad, ya iba a ver a mi bebé e iba a tenerlo en mis brazos, me parecía mentira…además estaba ya agotada!

Y ese momento lo recuerdo perfectamente, empujé y me lo sacó, primero la cabecita y luego giró el cuerpecito y me lo sacó del cuerpo me ayudaron a descubrirme para hacer piel con piel y me lo pusieron encima. Os juro que se me paró literalmente el tiempo, lo siguiente que recuerdo es que me dijo la matrona: “María Jesús, vamos a cortar el cordón porque ha dejado de latir, ¿Lo quiere cortar el papá?” estaba en una nube con mi niño, lo revisaba de arriba a abajo para ver que estuviera todo en orden, sus extremidades, sus deditos…recuerdo su grasita, su olor, su calor…estaba super calentito.

No tuve episiotomía y tampoco desgarro, cosa que me alegró enórmemente como podréis imaginar, mi niño salió con delicadeza, también hice muchísimo caso a la matrona que me indicaba la intensidad a la que debía empujar en todo momento.

Y ahí terminó mi parto, y dio comienzo a mi nueva vida, con la gran responsabilidad de cuidar y criar a una persona, donde ya nada seía igual que antes, ahora todo es mejor… <3


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